
Antonio del Castillo. Foto: Manuel Olmedo
Antonio del Castillo. Foto: Manuel Olmedo
Antonio del Castillo. Foto: Manuel Olmedo
El padre de Marta del Castillo es «un vencido», que no un derrotado. Vencido porque lleva dos meses –desde que desapareció su hija de 17 años– de «calvario» interior, pero sigue «luchando». Los trazos de su encefalograma podrían ser algo así como «el Guernica» de Picasso, pero pintado por el más burdo de los destripadores. Antonio del Castillo habla el idioma de la herida. Siquiera llora, al menos en público, como si no le quedaran lágrimas al hombre que perdió a su hija el 24 de enero y que a cada momento estallaba en llanto cuando pedía «más medios» para buscar a «su niña», mientras apostaba «los dos brazos» defendiendo que «no se había marchado voluntariamente». Entonces sí estaba derrotado, y perdido.
Foto: Manuel Olmedo
La vida sin Marta del Castillo, un año después, no es lo mismo. Sobre todo para su familia. También para los implicados en el crimen.Y para una sociedad que, salvo catástrofes siderales, asume las tragedias como quien pasa las hojas de un periódico y se baja del dolor y de la esperanza igual que quien se baja de un caballo cansado. Cuando una persona se va, debería importar. Esta vez importa. Cicatrices en el alma, en el mejor de los casos. Heridas abiertas, en otros muchos. Y lo que te rondaré, morena.
El Coleta, durante la única sesión del juicio oral. Foto de Manuel Olmedo.
La noche del 20 de agosto de 2013, Antonio Girón, alias el Coleta, y su hijo José Antonio se reunieron en su casa y decidieron “vengarse” de Rafael G. J., alias Faíto, quien, según la Fiscalía, adquiría cocaína habitualmente del clan de los Perla. Faíto pagaba mensualmente a sus proveedores hasta que “comenzó a retrasarse en los pagos, originándose una deuda a favor de los Perla”. El Coleta y su hijo, armados, se dirigieron al piso del hermano de Faíto, conocedores de que el cliente moroso estaba allí refugiado con su familia. Los Perla abrieron fuego contra la vivienda. “Sí, queríamos matar a Faíto”. Palabras textuales de Antonio Girón. Según el Coleta y su hijo, la matriarca del clan se quedó en su casa. Estos son hechos reconocidos por los acusados.